BIBLOGTECA IES ROMANO GARCÍA

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viernes, 5 de julio de 2019

RELATOS GANADORES 2019





  Por fin os dejamos los relatos premiados de este año. Para escribirlos, nuestros "plumillas" se inspiraron en la imagen anterior.


CATEGORÍA A (6º DE E. PRIMARIA)

   Este año el jurado ha decidido dar dos primeros premios; a Lucía Ruiz Gajate, del colegio Ls Purísima de El Llano, y a Daniel Salamon Lama, del colegio Maestro Jesús García de Lorquí.
Ahí van sus relatos:

   Cuatro amigos tenían un sueño en común; encontrar el país de la fantasía.
   Un día soleado pusieron rumbo a aquel maravilloso lugar; lo malo era que primero tendrán que pasar por un pasillo largo y oscuro. Se decidieron, pasaron asustados, pero cuando llegaron... vieron colores, animales extraños y un montón de cosas maravillosas y espléndidas. Había desde un unicornio hasta un búho como una bola de discoteca. El más pequeño encontró en una esquina, al fondo, una especie de masa formada por cientos de abejorros que zumbaban de un lugar a otro; el mayor no tuvo ninguna inquietud en avanzar hacia la masa flotante, pero conforme se acercaba más iba perdiendo partes de su cuerpo. Empezó perdiendo las piernas, pero él seguía hacia adelante.      Cuando sólo le quedaba la cabeza, todos salieron corriendo para no desaparecer ellos también.
   El pasillo oscuro cada vez se alejaba más y más; el pequeño logró escapar, pero cuando miró hacia atrás sus compañeros habían desaparecido. 
   Corrió y corrió, pero la sombra le perseguía pisándole los talones hasta que... se despertó; menos mal, todo había sido un sueño. Salió de su casa para comprobar que sus amigos estaban sanos y salvos y sí: todo fue un sueño.
                                                             

   Lucía Ruiz Gajate





   Cuatro amigos iban por un túnel oscuro y húmedo. Estaban volviendo a sus casas cuando de repente se encontraron un cadáver tirado en el suelo; ¡era el cadáver de Javier, su profesor de Lengua! Los niños, asustados, intentaron llamar a la policía, pero cuando estaban marcando el número se escuchó un crujido detrás de ellos y... entonces... se vio una masa viscosa y verdosa que se acercaba a gran velocidad hacia ellos. Consiguieron escapar por los pelos, pero luego vieron que el " monstruo" se arrepentía. Los niños le preguntaron que por qué lo hizo y él les contestó:
 - Yo no quería, pero él me amenazó con una pistola diciendo que si no colaboraba tendría que hacer por las malas.

   Los niños se quedaron extrañados, pero no les parecía que Javier pudiese hacer algo así. 
   La aventura de los niños sólo acababa de empezar...
                                                               

 Daniel Salamon Lama


CATEGORÍA B (1º y 2º de ESO)


1er premio:  Andrea Clares (1º A)

En las vacaciones de verano, Alberto, Claudio, Esther y Lucía fueron a pasar unas semanas en un pueblo lejano al suyo, en el norte. Ellos eran muy buenos amigos, llevaban juntos desde el colegio y les encantaba pasar el tiempo descubriendo nuevos lugares.

Habían decidido ir a este pueblo ya que Julio, otro amigo que se había mudado hace un par de meses, les invitó a pasar las fiestas.
   Tras un largo viaje en tren, llegaron al pueblo, verde y solitario, con varias casas que parecían abandonadas alrededor de la calle principal. Habían quedado con Julio en la plaza central del pueblo y de ahí irían a su casa, donde dejarían las maletas.
   Estuvieron esperando en un banco varias horas, hablando de todo lo que iban a hacer y de lo bien que se  lo iban a pasar.
   Al darse cuenta de la hora, Claudio propuso ir a dar un paseo por el pequeño pueblo y así quizás encontrarían a su amigo, posiblemente en otra plaza distinta. Todos aceptaron, pero antes de marchar intentaron comunicarse con Julio, aunque fue en vano; en aquel pueblo no había cobertura.
   Tras varios intentos, decidieron partir. Pasearon por unas calles estrechas y rodeadas de pequeñas casas descoloridas, ninguna habitada, lo que les pareció muy extraño.
   Después de varias vueltas por aquellas preciosas calles, llegaron a una pradera con pequeños montes. Les llamó la atención uno de ellos, con una profunda excavación; era un túnel.
   Esther, que era la más aventurera de los cuatro, consiguió convencer a sus amigos para ir a investigar aquella pequeña cueva que parecía guardar algún misterio.
   Al entrar, todos empezaron a caminar con cuidado para no tropezar en el desnivelado suelo. Habían encendido las linternas de sus teléfonos pero aún así se veía con dificultad.
   Pasaron por muchos pasadizos, anchos y estrechos, largos y cortos, hasta que llegaron a una pequeña habitación desierta. Lo único que se distinguía era una puerta de madera tallada.
   Tras varios intentos, consiguieron abrir la vieja puerta y al otro lado descubrieron un nuevo y precioso bosque, en el que aún iban a hallar impresionantes secretos.


2º premio: Irene Martínez (2º A)



Era un día normal. Como cada mañana, mis amigos Ana y Roberto  y yo habíamos decidido ir al centro comercial, pero Roberto nos guiaría, porque nosotros no sabíamos cómo se llegaba.
   Empezamos a caminar y nos adentramos en un túnel uy oscuro. De repente notamos que alguien nos seguía e inmediatamente empezamos a correr; mala idea, porque nos detuvo una luz blanca y del susto casi nos caemos.
   Cuando por fin pasó ese flash tan horrible miramos alrededor y no entendíamos nada; todo era precioso: árboles de chocolate, ríos que en vez de agua eran de dulce de leche...¡todo un sueño!
   Todos empezamos a comer de todo lo que había, pero yo sentí algo que me tocaba y me decía sigilosamente: "cierra los ojos". Cuando lo hice, algo me sobresaltó y al abrirlos comprendí que todo era un sueño, pero cuanto más lo pensaba más me asustaba. Lo que no entendía era por qué un hombre nos seguía... hasta que recordé lo que me había dicho al oído, aunque todavía nada cuadraba. Aún así, todo quedó en un sueño.



CATEGORÍA C (3º y 4º de ESO)


1er premio:  Clara Hernández (4º A)

   Casandra se encontraba ante un cuadro inconcluso. En él había pintado dos gemelos en las lindes de un bosque disfrutando del paisaje y los animales que les rodeaban. Pero esa obra no era su favorita, ya que nunca sabía cómo continuar plasmando aquel paisaje tan idílico; así que se dirigió hacia otro que tenía más avanzado. En éste se encontraba una chica en un jardín destrozando un castillo de naipes. Un as de corazones rodaba por la hierba, mientras que un comodín lloraba tendido en el suelo tras la salvaje caída. sin embargo, la niña disfrutaba al ver la gran hazaña realizada.
    Al doctor Syford le preocupaba bastante esa obsesión que tenía Casandra por plasmar en sus cuadros aquel momento del que le gustaría formar parte. Lo que todavía no sabía es que esos cuadros iban a ser una puerta hacia la eternidad.
   Aquella misma noche la interna del psiquiátrico de Luna se puso manos a la obra. Pero esta vez era diferente. En cuanto cogió el pincel y lo mojó en el óleo color ocre sus manos empezaron a temblar. Sentía que se debilitaba. ¿Qué le estaba sucediendo?  su cuerpo se había convertido en un cadáver en descomposición.
   De repente se despertó  de aquella terrible pesadilla. Se encontraba en un túnel junto a los personajes de sus cuadros. Junto a ellos avanzó un tanto inseguro hacia la luz, y al traspasarla se dio cuenta de que estaba en el paisaje que tantas veces había repetido en sus cuadros.
   Al fin estaba feliz, al fin estaba junto a los suyos, al fin había escapado de aquel manicomio. Al fin había alcanzado la eternidad.
   

2º premio: Paula Ortega (3º B)

   Son las ocho y media; llego tarde a clase.
   He llegado, toco a la puerta; la profesora no me deja entrar a clase, como otras veces. Me voy a la biblioteca y me siento en una silla. Me duele todo; ayer me golpearon demasiado fuerte en las costillas y no sé si las tengo rotas.
   Suena el timbre. ¿Tan rápido ha pasado la hora? Sólo estaba pensando en mi dolor,  que a nadie  importa. Me voy a la siguiente clase, y así sucesivamente hasta la hora de la salida.. hoy no ha sido un día tan malo: nadie se ha metido conmigo como suelen hacer.
   Llego a casa y como de costumbre, ni mi madre ni mi padre están, pero al menos me han dejado la comida hecha. 
   Acabo de comer después de media hora y subo a hacer los deberes. Los míos y los de ellos.
   Se va acercando la hora. Me estoy agobiando. Salgo de casa. Me voy al mismo túnel donde he ido durante tres terribles años. Ahí me esperan, los cuatro.
   Pasa rápido. Siento una patada, y otra, y otra, y no cesan. Bofetadas, empujones, puñetazos, tirones de pelo, escupitajos. No pasa nada; ya estoy acostumbrado a que no les interese si muero o no. Se van. Me dejan ahí solo, triste.
   Me dejan ahí mientras se burlan de mí, mientras los veo irse. Los veo irse como si no les importara nada, como si no les importara yo.


CATEGORÍA D (1º y 2º de BACHILLERATO)


1er premio:  Daniel Fernández (2º Bach.)

                        "Sin camino hacia la luz"

 -¡Vaya frío hace hoy!- comentaba Pablo acercándose a la hoguera.
-¿Para qué dirás nada?- respondía Edu en tono sarcástico.

   Los inviernos eran inhumanos en aquella cueva oscura con paredes de metal a la que llamábamos casa.
   Sentados alrededor de la fogata, recordábamos nuestra antigua vida antes de la guerra. Edu a menudo expresaba su añoranza hacia su hijo, que murió junto a su madre en un bombardeo; Pablo se preguntaba sobre el paradero de su mujer tras el asalto a la ciudad mientras ella trabajaba. En cuanto a Luis, estaba perdiendo la cabeza y creía vivir aún en 2019.
   La convivencia era cada vez más difícil y los suministros se estaban agotando.
   Me negué rotundamente a morir en esas condiciones infrahumanas; propuse la idea de huir del país y encontrar un nuevo lugar donde vivir. Me ignoraron como si de un loco se tratara.

 - Si tantas esperanzas te quedan aún, hazlo tú- me ofreció Edu.
 - No tenemos otra opción más que quedarnos aquí indefinidamente- argumenté- No tenemos nada que perder. Si no venís conmigo, iré yo solo- finalicé.

   Ante mi seguridad y optimismo, todos parecieron convencidos y dispuestos a intentarlo; Luis seguía a la masa en su situación de ignorancia.
   Caminábamos hacia la salida de aquel túnel y la luz iba siendo más clara e intensa a medida que nos acercábamos. Desde la entrada solamente se veía destrucción: naturaleza maltratada y edificios agrietados y en la ruina.
   Volví hacia dentro para recoger nuestros últimos recursos pero cuando regresé mis  compañeros se hallaban acostados en el suelo sobre una mancha roja. 
   Entonces comprendí que no tenía escapatoria. Decidí recluirme  definitivamente en aquel túnel y sobrevivir en condiciones infrahumanas.
   A día de hoy me siento débil y enfermizo, no me queda comida y apenas agua. Puede que esta sea la última página de mi diario.


2º premio:  Antonio Alacid (1º Bach.)


   Oscuridad, silencio y desesperación se alineaban en la habitación. John, aturdido, despierta en una cámara de madera que le recordaba a esas típicas chozas de invierno. Junto a él, tres personas más repetían sus acciones. Mareados y preocupados no paraban de respirar entrecortadamente; necesitaban respuestas. Katie, Nhiara y Zae sólo recordaban sus nombres, y la impaciencia se apoderó de los cuatro.
   Comenzaron a investigar dónde se ubicaban. Salieron de su habitación para encontrarse con un panorama gélido. Las vistas rocosas impedían mirar más allá del horizonte y la niebla no ayudaba. 
   Nhiara, decidida, animó a los otros tres a dejar el lugar; no conseguirían nada si se plantaban impertérritos a la espera de la muerte con halo helado.
   La determinación movió sus almas y se pusieron en marcha. Una especie de tundra se cernía sobre ellos, y mientras avanzaban vagos recuerdos del pasado atacaban sus mentes. ¿Cuál era el propósito de estar allí? 
   Pasaban los días y se mantenían vivos; la esperanza de Nhiara había calentado sus corazones. No obstante, la preocupación aumentaría. Varias cabañas a lo largo del camino contenían ficheros con información de todos. ¿Esto era parte del plan de una Organización? ¿De una persona? ¿Qué tenían de especial?

   El camino fue arduo. Llegaron hasta un túnel cuya entrada estaba bloqueada. Sin embargo, la complexión física de Zae fue suficiente para quitar las rocas que la tapaban. Al momento de entrar vieron una luz que se vislumbraba al final. Emocionados corrieron hacia allí.
   Hallaron una nota en el suelo: "¿Estáis seguros de poder salir?" decía. Era extraño; ¿quién la habría escrito? Comenzaron a discutir y los enfrentamientos llevaron a que John y Nhiara se quedaran. El vacío llenó todo por completo. La furia había ganado.